La historia de Cesario, mi padre, es sin lugar a duda un relato de diversa y profunda admiración. Les cuento que se mudó con su familia a villa madero cuando solo tenia dos años de edad conoció ahí a su nueva vecina Nelly y futura esposa. Compartieron salidas y soñaron una vida juntos, sentados en el banco de cemento de la puerta de su casa. Tientos difíciles sin conseguir trabajo y ya a los 17 planificaron construir juntos sin la ayuda de nadie ya que no había tampoco dinero para pedirla. Desde los cimientos hasta la carpintería, desde los caños de agua hasta la pintura todo totalmente hecho por ellos mismos. Juntos seguían escribiendo una alquimia de amor, un buscar el uno al otro, narración continua, protectora incondicional, gesto diario de esclarecimiento frente a la equivoca certidumbre del mundo.
Se casaron luego de ver terminada su casa, a los dos años nace Claudia y a los siguientes dos nací yo Jorge, tientos difíciles para la familia salgado, mi padre sin trabajo y dos bocas nuevas en la mesa, con el despido del último trabajo después de varios meses sin actividad y cansado de golpear puertas copra un puesto de diario y revistas en Rivadavia al 8000 Vientos de cambios y renovación, trabajo arduo el de los canillitas con solo 5 días de descanso al año difícil es el comienzo de una nueva empresa. Con Cesario y Nelly trabajando en su casa ya se respira nuevos sueños improvisando juegos y risas todas las noches cuando se reunía toda la familia.
Con las crepitaciones del frío, los periódicos y las hojas desenredando noticias que agrietaban el destino de los otros, un destino que jamás paso indiferente a las hojas de quién cuya solidaridad sigue siendo, como entonteces, motivo de amistad y confianza entre quienes tienen el don de conocerlo.
En el año 1988, los dueños de antigua casa Iribarren situada en Rivadavia al 8000. Frente a nuestro puesto de trabajo, le proponen a mi padre, conociendo su fuerza y emprendimiento y con una segura palabra de persona cumplidora, venderle la empresa la deuda se fue pagando en el tiempo previsto, no fallando a ningunas de sus citas. Aunque importante esta, no le impidió seguir siendo un hombre generoso, consigo mismo y con todos los que los ayudaron a crecer.
Busca en la voluntad de sus esfuerzos, la salvación de las propias utopías personales desde las ansias heredadas de aquel primer proyecto que había fundado los señores Martín y Adolfo Iribarren los antiguos dueños de la empresa que les estarán siempre agradecidos.
Con el tiempo fue creciendo y creciendo compro los locales y nos mudamos al 8025 de Rivadavia, y ya desde entonces empezamos Claudia y yo a acompañarlo. Invertimos en nuevas góndolas para la exhibición de productos e instalación de un modelo de depósito admirado por su orden y limpieza casa Cesario es una de las distribuidoras mayoristas más grande del país, con más de 14000 artículos de librería escolar, artísticos regalaría y de oficina.
Con marcas propias como abuelita y Cesar. Tiene un gran grupo de personas que lo acompañan que le brindan al cliente el mejor asesoramiento para su empresa. Hoy por hoy con más tiento para él le fascinan los viajes y la pesca deportiva disfruta de un buen café con sus amigos en el bar de la esquina del negocio y pasa todo el tiento posible en su casa.
Destaco también que sin el amor de mi madre Nelly nuestra historia no tendría sentido es ella el corazón de nuestra vida y el empuje a una vida más grande y plena.
Nosotros sus hijos comenzamos a escribir esta historia bajo el signo del relato porque sabemos que la acción y la escritura hacen que las personas existan. Ojalá estas líneas sirvan para abrir un dialogo, un reconocimiento, un nuevo modo de acercamiento que tan vez por intuición, decidieron abrir por primera vez esta paginas.
Estoy tan orgulloso de que seas mi padre, gracias.